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Castillo de Montalbán

El Castillo de Montalbán está situado a 5 km del centro del municipio y se accede a él a partir de una desviación Oeste de la carretera comarcal 4009, dirección Norte P.K. 31.200.

Fue declarado Bien de Interés Cultural en Junio de 1931.

Cuenta con una superficie total construida de 16.500m2 y 1.750m lineales de muralla. Se levanta utilizando la topografía del terreno sobre una altura que permite abarcar gran extensión de terreno, en un paraje solitario, donde predomina la encina, el tomillo y el carrasco.

Teniendo en cuenta el tamaño del castillo, la aparente lejanía con respecto a la población, la escasa habitabilidad del mismo y que las “dependencias nobles” son pequeñas y austeras, la hipótesis de que su función principal fuera militar y pensada para dar cobijo a una comunidad repobladora que edificaría sus viviendas intramuros, cobra sentido.

Visto en su conjunto ofrece un aspecto impresionante, con muros de piedra berroqueña de color parda que contrastan con las escuadras blancas de los bloques calizos, que enmarcan saeteras, aspilleras, dovelas y jambas, así como, las aristas de sus dos torres albarranas, que se adelantan como proas de navío frente al resto de la muralla, dándole un aspecto grandioso.

Muralla principal (Frente Oriental)
Img.1 Muralla principal (Frente Oriental)

Lo ciñe por su flanco Oeste la estrecha garganta del Río Torcón (Img.17) que discurre entre peñas a gran profundidad. Flanqueando la retranca al Norte, una empinada ladera y al Sur una rambla que vierte también en el Torcón (Img.18).

El emplazamiento  sólo resulta accesible por el frente Oriental, que es donde se acumulan todas las defensas, atenazadas por sendas torres albarranas (23-24), anteriormente nombradas, de planta pentagonal de más de 18m de altura que dominan la totalidad del dispositivo, integrado en sucesión topográfica por liza, falsabraga (8-13) o muralla de cremallera, berma, foso seco (2-3-4), coracha (6), bestorre circular(5) y baluarte (1), del que sólo aflora leve planta.

En cuanto a la etimología de su nombre, existen varias posibilidades, la más elemental y directa apreciación induce a derivar éste del calificativo latino “albus” (blanco) y ponerlo en relación con el color de la piedra caliza empleada en la construcción. Otras sin embargo,  apuntan al sentido de la antigua raíz “alp” que entraña una significación de altura, y finalmente se justifica el topónimo “mons albiganicum” de origen Celta, que viene a documentar cierta inscripción sobre la “gente de los albiganos” y la población existente en aquella época.

Img.2 Albarrana meridional (23), liza y falsabraga (8), bestorre circular (5) y coracha (6)
Img.2 Albarrana meridional (23), liza y falsabraga (8), bestorre circular (5) y coracha (6)
Img.3 Vista interior puerta de acceso a la liza (9)
Img.3 Vista interior puerta de acceso a la liza (9)

El origen de la construcción del Castillo se basa en los pareceres de varios autores, pues a falta de un estudio arqueológico en profundidad, es complicada la adscripción anterior a la musulmana. No obstante, por su cercanía a Santa María de Melque no sería descabellado pensar que primitivamente existiera un reducto de época Visigoda o incluso Romana.

Lo que resulta evidente es su existencia en época musulmana, compartida esta  adscripción por el Conde de Cedillo y Bordejé, otros autores como  Jiménez de Gregorio directamente  atribuyen el origen de la construcción a Abd al-Rahman III (s. X).

Es solo con posterioridad a la conquista de Toledo cuando se empiezan a tener noticias sobre las tierras y el Castillo de Montalbán, pues en el 1209, Alfonso Téllez de Meneses recibe la fortaleza por orden de Alfonso VIII, facultándole para desarrollar el poblamiento y fortificación de los Montes de Toledo, entrando a formar parte del sistema defensivo de Montalbán junto con los castillos de Dos Hermanas y Malamoneda.

Img.4 Detalle en albarrana meridional (23)
Img.4 Detalle en albarrana meridional (23)

En el 1221, después de mantener largos litigios con las Órdenes de Calatrava y Alcántara, y gracias a la fusión con la Orden de Monfrag y la encomienda de Villalba, los Templarios obtienen la posesión del Castillo de Montalbán y las tierras aledañas (recordar que a mediados del s. XII, Santa Mª de Melque ya era propiedad Templaria por donación de Alfonso VII), así como, el control y dominio de otras plazas como Ronda, Cebolla,  el Carpio y Mesegar, configurándose así, un vasto  territorio que se extendía entre Toledo y Talavera.

La presencia Templaria fue fundamental para la economía de la zona, ya que gracias a su protección y liderazgo propiciaron el restablecimiento de las Vías Pecuarias con el consecuente trasiego de mercancías y grandes rebaños trashumantes.

Prueba de ello, son las numerosas veredas y coladas que atraviesan el término de San Martín de Montalbán, sin olvidar la Cañada Real Segoviana que limita al Oeste,  y que sumado a los cinco conjuntos de arquitectura pastoril, conocidos por los lugareños como “dólmenes” , demuestran una vez más la importancia de mantener libre de forajidos todos los caminos.

Img.5 Marcas de cantero en albarrana meridional (23)
Img.5 Marcas de cantero en albarrana meridional (23)
Img.6 Marca en poterna trasera (18)
Img.6 Marca en poterna trasera (18)

El poder administrativo y económico de  Montalbán era fuerte y sólido, como lo eran y son las murallas de su castillo, convirtiéndose entonces, en la tercera encomienda más importante de las veintinueve que los Templarios poseían en Castilla.

Cuando la Orden del Temple fue abolida (1307), la fortaleza pasó a manos de Fernando IV y después, a su hijo Alfonso XI que lo donó a Alfonso Fernández Coronel (1329), pero enemistado éste con el monarca sucesor, Pedro I “el Cruel”, tiene que entregar la fortaleza al Rey (1352).

En 1353 Pedro I entrega el castillo a su hija Beatriz, que lo era también de su amante, María de Padilla. Por las crónicas se sabe que ese mismo año, cuando el monarca partió para Valladolid a casarse con Blanca de Borbón, dejó a doña María en Montalbán y dos días después de celebrado el enlace, abandona a su reciente esposa y regresa a buscarla.

Y así, pasó de mano en mano hasta que en 1474 Juan Pacheco, marqués de Villena, cede la fortaleza a Alonso Téllez Girón, instaurándose entonces el linaje de los Duques de Osuna, también Condes de Montalbán y sus actuales propietarios y herederos.

Dentro de su dilatada historia, el acontecimiento más importante del castillo tuvo lugar en 1420, tras el famoso “atraco de Tordesillas” en virtud del cual el joven monarca Juan II (padre de Isabel “la Católica”) fuera hecho prisionero, en Talavera,  por su primo y cuñado el infante Enrique de Aragón. Pero los planes de don Enrique se vinieron abajo cuando el rey de Castilla, ayudado por don Álvaro de Luna y otros caballeros, logró escapar de su cautiverio refugiándose en el castillo de San Martín de Montalbán.

Don Enrique, como respuesta, dirigió sus huestes a Montalbán y ante la imposibilidad de asaltar la fortaleza, se limitó a sitiarlo.

Hasta que el 10 de diciembre de 1420 se vio obligado a levantar el cerco ante la amenaza de los partidarios del joven Castellano, que además contaban con el respaldo de los 1500 soldados enviados por Villa Real.

 

ELEMENTOS Y ETAPAS CONSTRUCTIVAS:

Img.7 Plano Federico Bordejé
Img.7 Plano Federico Bordejé

A lo largo de este estudio nos encontraremos con la dificultad de datar con exactitud los distintos elementos constructivos de Montalbán, como es el caso de las torres albarranas (23-24), de indudable filiación cristina, y que teniendo en cuenta la posible inspiración con los flanqueos de albarranas de Talavera de la Reina pudieron construirse entre los siglos XII-XIII, aunque también existen claros paralelismos con la fortaleza de Sanfelices de los Gallegos (1374) que además de torres adelantadas, cuenta con una rampa de compartimentación, de la cual hablaremos más adelante.

Img.8 Camino de ronda (14) y Albarrana meridional (23)
Img.8 Camino de ronda (14) y Albarrana meridional (23)
Img.9 Albarrana derecha (24) y torre homenaje sobre ella (25)
Img.9 Albarrana derecha (24) y torre homenaje sobre ella (25)

Ambas albarranas fueron concebidas con distintas funciones, a pesar de la aparente similitud. El puente de la albarrana derecha (24) es más bajo, para permitir la existencia de una nave abovedada habitable sobre él, estancia que nunca existió en la albarrana meridional (23), cuyo puente es  más alto. También se observan cuatro ladroneras en proa que debieron ser instaladas algo después, ya en el  siglo XV, al tiempo que se hacía lo mismo en la meridional, que aún conserva los canecillos de granito del primer bocel de cada soporte y que debieron ser más un balcón amatacanado que una ladronera propiamente dicha.

En cuanto a la torre del homenaje (25) construida sobre la albarrana derecha con alguna tronera de palo y orbe, es netamente posterior, correspondiendo al menos a la segunda mitad del  XV,  en la que se percibe el empleo de distintas técnicas y materiales constructivos con granito, ladrillo, mampuesto de arenisca, madera en dinteles, etc.

Justo delante de la torre homenaje, en la zona del espolón, no se perciben restos de construcción ya que probablemente quedó como plataforma de observación.

Img.10 Ladroneras en proa y torre homenaje (24-25)
Img.10 Ladroneras en proa y torre homenaje (24-25)

Todo el frente oriental, el más amenazado por su fácil acceso, está doblado con una falsabraga (8-13) que serpentea bordeando los obstáculos, incluidas las dos albarranas, en la cual se abren cinco poternas (29-11-10-9-12) y más de un centenar de saeteras enmarcadas por piedra caliza.

Img.11 Vista interior. Poterna (15), muro diafragma y torreón (30-31) escalera de acceso (19) a torre homenaje (25)
Img.11 Vista interior. Poterna (15), muro diafragma y torreón (30-31) escalera de acceso (19) a torre homenaje (25)

Entre los siglos XIV y XV, la fortaleza resultó excesivamente grande por lo que se decidió compartimentar la defensa, manteniendo así las cualidades militares del conjunto y ser custodiado, a su vez, por un reducido número de efectivos.

Estos cambios estructurales (Img.11) consistieron en cerrar, con muro diafragma y esquina en torreón (30-31) un pequeño sector interior, al pie de la albarrana-homenaje, además de tapiar los ojos del puente de la misma, dividiendo el hueco en varias plantas con pisos de madera intermedios, habilitando el inferior para cuadra y abriendo saeteras en los superiores (Img. 9).

El camino de ronda del lienzo principal (14) también fue compartimentado, separando los setenta metros que unen las dos albarranas con el resto del adarve, con tres elementos:

-Se tapian las puertas que dan al interior de la albarrana-homenaje (25) obligando a bordearla exteriormente por medio de una pasarela voladiza de madera de la que aún quedan los accesos y tres canes de sustentación.

-Se opta por una rampa de compartimentación, un dispositivo muy eficaz, con puente levadizo que convierte el adarve en un plano inclinado e intransitable, actuando a modo de foso.

-Se neutralizan las escaleras de acceso desde el patio (20-21), cegando o destruyendo los primeros metros de peldaños.

Img.12 Puerta de acceso torre (25) tapiada
Img.12 Puerta de acceso torre (25) tapiada
Img.13 Rampa de compartimentación
Img.13 Rampa de compartimentación

En la segunda mitad del siglo XV se erigen varias estructuras concebidas para lanzar artillería pirobalística consistente en:

-Coracha (6), que envuelve un pozo (7), con una muralla de dos metros de grueso por tres de alto, perforada por cañoneras circulares, sobre la que corría un camino de ronda.

Extrañamente su acceso es exterior, como si el uso del pozo tuviera que ser compartido con personas y/o ganados ajenos al castillo, y se prefiriera no dejar entrar a los aguadores en la fortaleza.

-Bestorre circular (5) que protege la coracha. Sus merlones se remataban a cuatro aguas y su base es alamborada. En primera línea se disponen cañoneras circulares y en segunda troneras, también circulares. La parte trasera está descubierta, para no comprometer la seguridad de la muralla principal en caso de pérdida.

-Baluarte de planta pentagonal en proa (1) del que solo quedan los arranques, situado delante del  foso seco (2) que cuenta con escarpa y contraescarpa (3-4).

Img.14 Vista interior. Coracha (6) y pozo (7)
Img.14 Vista interior. Coracha (6) y pozo (7)
Img.15 Bestorre circular (5)
Img.15 Bestorre circular (5)
Img. 16 Vista Sureste. Coracha (6), bestorre (5), falsabraga (8) y torres (23-24-25)
Img. 16 Vista Sureste. Coracha (6), bestorre (5), falsabraga (8) y torres (23-24-25)

Otro aspecto de interés son los sistemas que se utilizan para asegurar la aguada, optando por:

-En el patio de armas excavar dos pozos convencionales.

-Instalar dos aljibes intramuros que se alojan por encima de la planta baja de la albarrana derecha (24).

El más grande con una capacidad de quince mil litros, situado en la primera planta que otorga a la torre homenaje autonomía de aguada; el segundo, se encuentra bajo los peldaños de la escalera de acceso (19); ambos están enlucidos con cal hidráulica y tratados con almagra.

-Un pozo exterior (7) que se encuentra encerrado en la coracha (6), del que ya hemos hablado. La sección apunta a la existencia original de una noria y a cinco metros de profundidad, se abre un arco de medio punto que precede a una galería subterránea dirigida hacia la albarrana izquierda, interceptada por hundimientos.

-A cincuenta metros del pozo se construye un muro de contención/retención (32) que sujeta las aguas de la rambla en días de lluvia y  la tierra arrastrada.

Img. 17 Vista Oeste desfiladero del Torón
Img. 17 Vista Oeste desfiladero del Torón

El resto del perímetro en su lado Norte y bordeando el acantilado, es más débil por su carácter inaccesible, donde se distingue una muralla de altura no superior a los dos metros, con zócalo de mampostería bastante tosca, remate con tapial y parte superior arrasada sin almenado. En ella se abren dos poternas al despeñadero (17-18), propiciando discreta comunicación con el exterior y, sendas atalayas (28) en cada ángulo que por sus características y situación, bien podrían ser torres de vela.

 

CONCLUSIÓN:

Tal y como se ha comentado en varias ocasiones y a falta de un estudio de las argamasas,  sería imprudente adelantar una cronología exacta de las distintas etapas constructivas. Escribe Julio González acerca de la dificultad de datación de una fortaleza: “las frecuentes obras de reparación, ampliaciones y a veces renovación, con mezcla de elementos y estilos […] vienen a complicar los intentos de precisar fechas en lo que sobrevive”.

No obstante y considerada la posibilidad de un origen musulmán, ya consignado en un principio, podría admitirse la probabilidad de su construcción con un trazado similar al actual en tiempo califal, y entre los siglos XII y XIII se produjera una segunda reedificación o restructuración que podríamos atribuir a Alfonso Téllez de Meneses y/o a la Orden del Temple.

Es muy probable que ya en el siglo XIV se realizaran cambios estructurales para garantizar la aguada y compartimentar el reducto por falta de efectivos, y en la segunda mitad del siglo XV se incorporaran las defensas más adelantadas.

Independientemente de su interpretación cronológica, el Castillo de Montalbán ostenta orgulloso el título de ser el más grande, robusto y fuerte de todos los castillos de la provincia de Toledo.

Además, sus enigmáticas marcas de cantero, sumado a la posibilidad  de que sus moradores Templarios escondieran algún tesoro entre sus muros y las numerosas leyendas que han surgido en torno a él, como el “despeñadero de la Mora” o el “Túnel que le une a Melque”,  lo hacen si cabe más intrigante y atrayente para cualquiera que desee viajar en el tiempo al acercase a sus murallas.

Img. 18 Vista Sur-Sureste (abajo muro de contención 32)
Img. 18 Vista Sur-Sureste (abajo muro de contención 32)
Ayuntamiento San Martín de Montalbán
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